Es como si el aire por el que mi corazón respira,
se envenenase,
y sólo quede un suspiro de esperanza,
que se escapa entre los pétalos que tapan mi garganta.
Te echo de menos.
Y los bandoleros de tus huellas,
que me quitan el oxigeno que hace respirar mis carnes,
cabalgan lejos,
al recuerdo de la noche de justas,
donde mi corazón no vestía de espinas,
donde nuestras almas respiraban juntas.
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